Un bambú nublado, angustiado y argentino se alargaba como una carretera llena de plomo y camino... sosteniendo máquinas de guerra en un momento en el que, si faltaba algo, no se lo encontraba...
Gente y gente...
Y tiemblan las nuevas carreteras... tiembla el holandés que falta a la invitación de césped y redonda... falta gente pero las nubes de lluvia juntan y amontonan singularidades de papelitos y vitoreos inentendibles.
Gente y gente...
Las ramas se rompen y el bizcochuelo de mamá lo va a comer el abuelo verdaderamente imberbe mientras el frío sobre las hermanas del sur rompe huesos, actitudes, cuchillos de fuego y una niñez o mil.
Gente y gente...
Se concentran las palomas pero quieren escapar de la plaza porque prefieren contemplar pañuelos ajustados.
Gente y gente...
Pasen por aquella carretera, máquinas destructoras, que ustedes han desvencijado estómagos y hogares cuando la gente y gente sajona, sin derecho, pero con mucho Imperio, bajo palabras de hierro rosado, cumplieron con su tarea.