martes, 19 de mayo de 2015

Gente y carretera

Un  bambú nublado, angustiado y argentino se alargaba como una carretera llena de plomo y camino... sosteniendo  máquinas de  guerra en un momento en el que, si faltaba algo, no se lo encontraba...

Gente y gente...

Y tiemblan las  nuevas  carreteras... tiembla el holandés que falta a la invitación de  césped y redonda... falta gente pero las nubes  de lluvia juntan y amontonan singularidades de papelitos y vitoreos inentendibles.

Gente y gente...

Las ramas se rompen y el bizcochuelo de  mamá lo va a comer el abuelo verdaderamente imberbe mientras el frío sobre las hermanas del sur rompe huesos, actitudes, cuchillos de fuego y una niñez o mil.

Gente y gente...

Se concentran las palomas pero quieren escapar de la plaza  porque  prefieren contemplar  pañuelos ajustados. 

Gente y gente...

Pasen por aquella carretera,  máquinas destructoras, que ustedes han desvencijado  estómagos y  hogares cuando la gente y gente sajona, sin derecho, pero con mucho Imperio, bajo palabras de hierro rosado, cumplieron con su tarea.

viernes, 23 de enero de 2015

Sólo tú.

Sólo tú haces eso:
sólo tú haces del vaso en el que viertes agua
una catarata refrescar mi corazón.
Sólo tú sabes desabotonar
abotonar, desabotonar y volver a abotonar mi mundo.
Sólo tú logras conmigo un brindis de copas que se rompen,
y con cuánta suerte se rompen, porque en cada fragmento,
en cada superficie rota veo tu reflejo.
Y cada fragmento es una ventana más completa que verte.
Prefiero lo parcial, dividirte: verte donde quiera que estés.

Y ese lugar a donde no llegaron los vidrios es un infierno
sin hielo, sin fuego, sin ti.

domingo, 30 de noviembre de 2014

En el otro hemisferio



Tu sol, mi sol, nuestro sol.
Hasta diferentes son las nubes por aquí.
Hasta la humedad grita de otra manera.
Y se respiran otros colores,
porque otro es el lugar.

Porque las cuerdas vibran
acercándose,
porque las agujas pinchan,
abrazándome,
porque las agujas dan
horas distintas.

Es un momento aparte.

Y si Beatriz faltaba allá arriba en las estrellas,
Noelia faltaría en el otro hemisferio.




viernes, 7 de noviembre de 2014

Mi boca recapitula



A la música se adaptan
los labios, dientes y muelas.
A las páginas se adaptan
los dedos, ojos y uñas.

Y los pañuelos de seda,
bóvedas de cicatrices,
catalogan corazones
ahogados de problemas.

Porque entre púas y manos
existe un pacto nevado
por palaciegos recuerdos
que quizás abandonamos.

Recordando tus rincones,
invocando tus rostros
añorando tus relámpagos
sembrando cuatro raíces:

Una para tus misterios.
Una para tus regresos.
Una para tus dos piernas.
Una para tus dos pechos.

Y canta el poeta ciego
versos a guerreros griegos,
pero no sabrá de auroras,
ni de flores en poemas.

Mi boca recapitula
cada uno de tus besos,
que, vulnerable, disfrutas
cuando quebrantas mis huesos.

¡Aprieta, sí, dulcemente!
Coleccionaré estampas
siempre y cuando te desnudes,
coleccionaré estampas.

Separador dejaré
en esas páginas suaves,
y volveré, volveré.
¡Lo leerán multitudes!

Paisajes enjabonados
una y otra vez amados
entre espumas y recuerdos,
entre burbujas y recuerdos.

Las páginas pasarán:
yo revisaré que estés,
Oh, en tinta negra escrita,
con curvas y con detalles.

Mi boca recapitula
cada una de tus migas,
blancuzcos fragmentos del pan
que, para degustar, dejas.

Eres ese restaurante
que con exquisitos platos
donas paladares llenos
pues soy mendigo huésped

de restos recapitulados:
¡Gracias a los comensales
quienes, humildes, ofrecen
esos amores mordidos!

Mientras las celebraciones,
las ollas, copas y carnes,
entre ámbares retenidos,
son abrumadas en nidos,

construidos por esas aves,
las sonrisas voladoras,
por españolas culturas
sin manchas, pecas, ni tiznes.

Aquí la espero, sirvienta,
heroico carruaje celta
que en británico me tienta
con estofados de imprenta.

Mi boca recapitula
todo el aroma al café
de tu saliva meliflua.
¡De memorias sangraré!














domingo, 28 de septiembre de 2014

Tú con cien, yo con siete billones.


Las noches comen blancuras de invierno.
Se hamacan hojas en el viento frío
y los golpes no cesan,
porque la furia siempre
puede más, destruye más.

Todo se choca ante lo celeste.
Y no sé si es Tu culpa.
Prefiero que así lo sea,
prefiero que así lo sea.

A mi puerta ni aún gritando vienes,
ni aún llorando de odio.

¿Crees que son cien nombres
suficientes para apelar tu alma?

He aquí ante mi escritorio
una lista que sigo completando
de siete billones de formas para
ahondar tu inexistencia.
¿Suficientes serán?






martes, 9 de septiembre de 2014

Candelabro (publicado en La Anónima Nº7)


Un candelabro de oro
vanagloriando dos manos, dos velas
ardientes cuando unidas.
Oh rígidas, se azuzan por más fuego
que las consuma, ahora son aliadas.

No mueren, porque su fusión es áurea.
Se toman de las manos
por sus extremidades.    
Cuando el soporte se oxide y el brillo 
nos sea carcomido
por el mismísimo tiempo de la vejez, 
así, el fuego arderá.
Pues, ahora clarea.

Tenue unas veces o colosal otras.
Entretanto, el viento de la eternidad, 
de la belleza, del Céfiro, de luz,
desbravando y soplando.
Una joven pareja,
lejos del ataúd,
fijando estampas acerca del mundo
como un suave asunto.

Y la llama arrogante,
leve y aleatoria en su ajetreo
será un titán de yesca
quemándose a más no poder, trocándose
en otros momentos a una pupila
de destello como un ojo cardíaco
dentro del rígido e impenetrable
pecho: propio de un guerrero poeta.

El tiempo pasará,
el amor seguirá.
Firme de las manos como aquel día
los vibrantes pájaros del cariño
se tomaron cual efusivos niños.









jueves, 4 de septiembre de 2014

Acto fallido

En tanto ellos por barranco viajaban
Y mis brazos se extendían, 
Libación de miel y agüa
Oprimí en la casa de púas.
Negra enciclopedia, himno
A las Erinias, agudo
Sollozo de hueco maldito
Cuyos pétalos de soto
En mis manos revisé
Y, tragando, devoré.
Al fondo se dirigían
En fatuo humo huían.
Ahora, mi verde tierra
¿dónde quedó su vergüenza?
La magia lóbrega, oscura,
Encerrando puras dudas.
¡Oh, cobarde y eclipsado,
Perdón, pido, corazón!



miércoles, 3 de septiembre de 2014

Hígado de bilis


Me aferro al lúgubre rencor
me caigo en un laberinto
y un tizne carbón de horror
no brillo, lloro, ni grito.

Luz bebo de salto en salto
y profetizando un grave
enfurecimiento oigo
que la lluvia nos agrede.

Todo ataca, todo ciñe
entre ira y paz, entre vida
y más odio que oscuro
color de noche hambrienta.

Choca la ofuscada leña
cuando el hachazo recibe
cuando de furia se aviva
cuando las llamas sostiene.

La cólera no es idónea
mas es sabrosa y dulce
en mi núcleo de brea
moneda para la náyade.

Aunque apaciguar no sepa
mi lago interno turbado
donde el pretérito entra
por negra sidra, escanciado.

Entre muertes y mordidas
de disgustadas heridas,
a ver abruptas intrigas
y asestar garras no dignas.

Hay un bullicio y un escándalo
porque no sacia mi hambriento
taciturno y apenado
hígado de hiel y sándalo.


martes, 2 de septiembre de 2014

A Hiperión.


Como rellena de ira una nube inconsciente,
bolsa de sangre,
transportando,
deslizándose por la savia
del odio,
del amor.

Se engarza a la tierra
dejando huecos con besos
de polvo,
de pueblo.

Y el tacto se deprime
cuando el empedrado por donde camino
es caro.
Y el tacto se deprime
cuando no atraigo átomos de calor
ni de dolor.

Chillo sofocándome.
¡Tremebunda revelación!
Tiembla la construcción
del presente.

Nada ríe.
Todo decae
hipa.
Se desgrana la materia.
Se suelta el entramado.
Se derrumba la vida.
            Estoy más adelante,
            más cerca de la verdad.

Dilucidé el enmarañado registro de la realidad.
Te descubrí.
¡Has sido desenmascarada!

Al mundo se le suma la inquietud del poeta
y la vacilación que se agrieta.









Gracias por negar


En un banco se sentaban seis hombres y una damisela
En un tiempo espasmódico decenas de sabores sobran.
Donde el amor hiere, y la daga abraza, goza.
Cuando el dolor permite que la palabra caiga.

Dama, de oro su mirada, de hielo su corazón honesto,
De neutrinos febriles y eternos, de arcoiris sangriento,
De alma férrea, de tacto sólido y funesto.

Tres veces no era suficiente
Ni seis, ni doce.
Oralidad asesina y necesaria.
Habla penetrante y necesaria.

Si su equilibrio es indeciso,
Si titubea y, temblorosa e incierta, no afirma,
Si no aguijonea al músculo primero
El hombre no vive.

Negar huele a negación
Mas instala y centraliza
La obra humana:
la sabiduría del hombre.





Salmo 69 - Relectura


Desdichas no respondidas,    
Palabras sin oración.
Algarabías leales,
Sin ayuda, desazón.

Estoy aquí, pero no estás.
Creo y no te veo.
Murmuras, no vociferas.
Me siento un extranjero.

Pido para mi enemigo,
Descargas con castigo.
No, no los envíes a mí.
No los envíes a mí.

Carente del duro vigor,
Limosna pide mi voz.
Truculento desconsuelo
 Azota sin tu óbolo.

Necesito escucharte
Sin curvas ni denuestos.
 Ese silencio prohíbe
La resolución dentro. 





lunes, 1 de septiembre de 2014

Delacroix


Allí en el Louvre estabas tú,
lienzo de oro,
entre miradas de barro.

Yuxtapuestos expertos
alumnos
turistas.

Tu padre te descubrió,
otorgándole una corona
aún más fuerte en el destello.

Sobre él se oye el verdadero
aplauso a Josefina,
se sufre la frescura
que emanan los dedos
apretando la diadema.

¡Óigase el clamor!
A Delacroix con amor.





Beccar


Diáfano gris que el paseo facilitas,
protección de tierra que añoro en
soledad.

Ambiente del deseo, cavidad de pueblo
inaccesible,
el secreto ama.

Coordinas mi infancia,
inauguras camino a dos ruedas.
No te extiendes a lo lejos,
mas me tienes
me entiendes.

Del norte vienes,
en la vejez danzas,
cuidas ambas rejas verdes,
el arroz hierves de más,
enjugando el dolor de tus vecinos.

Volverá la juventud
a tí.
Volverá pidiendo
lugar.
Y las higueras renacerán
para tí.







Soledad


Gema opaca de llanura,
                    sol de única peca.

Absorbe espectros,
hurta secretos
callados sueños no dichos.

Sin amor ni iglesia,
de hombres enviuda 
día a día 
genuina muerte cruda.

En soledad llora.
En el desierto
mordiendo el ángulo 
y la hora.




Empédocles


Azulejo que grita un espejismo,
recuerdo sonoro de una imagen.
Tan parecido, tan ínfimo,
tan cristalizado, tan fuerte.
Hasta los dioses creen.

Lo superior gobierna todo, sobre lo real,
sobre lo irreal.
Atraviesan los rayos solares,
aprehenden
y roen.

Y nosotros
leales a su vida
somos esperanza de su memoria.

No hay anillo que nos oculte
pared que los esconda.

Son porque somos.
Somos porque son.

Mundo hacia un norte inasequible,
dictado para guiar al oro de incertidumbre.

Sin mapa seguiremos
perdidos.

Sin creación viviremos
en la paradoja del
Ecuador.

Un medio, un límite,
una barrera irrompible e indestructible
ante la mordida de la humana codicia.

Oro inalcanzable,
busquemos platino.





Ciudad de Niebla


Embadurnada por la niebla, húmeda por la llovizna.
¿Cuánta realidad es roída por el espejismo de la verdad?

Cielo tragado por la ciudad y
regurgita humanos.

Se sube por la avenida,
distraen los caminos que
llevan al horizonte.

Tangible como juguete
y nada me retiene aquí.

Ahora ella respira hondo
abre sus ojos
abre su pecho
golpea a los viajeros.

¿Dónde están los lotos de colores
sino debajo del asfalto?

No es guía un comandante.

Y ese fin,
ese amplio sol que grita por nosotros,
se acerca.

Se aleja.

Inasequible estrella
opaca
en la Ciudad de Buenos Aires.






Ser una ola


Vivir como hijos de papel que dio a luz un salvaje.
Quiroga se ahoga.

Un sí y un no, de golpe.
Arropando la fiereza: la violencia aniñada del instante.
                       Abraza un pez
                       su raciocionio de tres.
Un momento: un tirón
Un momento: un insistente agón.

Envuelve en extremidades de salado mar, con rimbombante espuma.
Adora
vive
abraza
escupe
engloba
dora.

Ilumina y abriga al tiempo de agua moribunda.
Pido, entonces, ser una ola.
Un hachazo revelador en la costa,
dentro como por fuera.

Salir y morir.

Vivir el esplendor mágico de la divinidad 
por tres segundos, nada más.

O gorda, o enorme, pequeña o ínfima. 
Acariciando la arena, abofeteando las rocas
                       y ocultarse.
Escondido en un mito, sin gritos, sin logos.
Sin ida, sin atrás, sin vuelta, sin adelante.

Pido, entonces, ser una ola.
Vacío de amor; hueco de memoria.
Trocar la bóveda mental
por tres segundos contigo.

Verte y olvidarte.
Ver y olvidar.

Revolcarme, anhelo, contigo
con una pizca de sensualidad 
en una olla de río.

Alejarme de la mansa muerte
para acobijar tu piel, tu cuerpo.
¡Manifestación única!

Tres segundos,
nada más.

Miríadas
decamerones
centenares de olas.
Eternizándote en la orilla,
una y otra vez.

Repetir el sinfín de pulsiones
de tu corazón.
Comunicarlas al mar
y destruir tu recuerdo.

Conocerte otra vez.
¡Amnesia acuática!

En una ola,
nada más.

Ofelia flotará,
y tú reinarás en lo alto,
próxima a las estrellas.

Tú la luna
yo una ola.