lunes, 1 de septiembre de 2014

Empédocles


Azulejo que grita un espejismo,
recuerdo sonoro de una imagen.
Tan parecido, tan ínfimo,
tan cristalizado, tan fuerte.
Hasta los dioses creen.

Lo superior gobierna todo, sobre lo real,
sobre lo irreal.
Atraviesan los rayos solares,
aprehenden
y roen.

Y nosotros
leales a su vida
somos esperanza de su memoria.

No hay anillo que nos oculte
pared que los esconda.

Son porque somos.
Somos porque son.

Mundo hacia un norte inasequible,
dictado para guiar al oro de incertidumbre.

Sin mapa seguiremos
perdidos.

Sin creación viviremos
en la paradoja del
Ecuador.

Un medio, un límite,
una barrera irrompible e indestructible
ante la mordida de la humana codicia.

Oro inalcanzable,
busquemos platino.