Embadurnada por la niebla, húmeda por la llovizna.
¿Cuánta realidad es roída por el espejismo de la verdad?
Cielo tragado por la ciudad y
regurgita humanos.
Se sube por la avenida,
distraen los caminos que
llevan al horizonte.
Tangible como juguete
y nada me retiene aquí.
Ahora ella respira hondo
abre sus ojos
abre su pecho
golpea a los viajeros.
¿Dónde están los lotos de colores
sino debajo del asfalto?
No es guía un comandante.
Y ese fin,
ese amplio sol que grita por nosotros,
se acerca.
Se aleja.
Inasequible estrella
opaca
en la Ciudad de Buenos Aires.